Donde queda el rincón «slow» de la ciudad de Buenos Aires

El Barrio Rawson en Agronomía
Esta pequeña zona con una particular arquitectura e identidad propia, no es oficialmente uno de los 48 barrios de la ciudad

En un rincón escondido de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se extiende un lugar que invita a ser descubierto, con un cartel que proclama solemnemente “Barrio sin prisa”. Más allá de esa señal, surge una pequeña zona que, aunque no está reconocida oficialmente entre los 48 barrios de la ciudad, alberga una identidad singular y una historia de profundo arraigo.

Este enclave se conoce como el barrio Rawson, un triángulo privilegiado que se encuentra en las cercanías de la Facultad de Agronomía, en el barrio de Villa del Parque. A pesar de su proximidad a la bulliciosa avenida San Martín, sus calles se ven envueltas por una calma y un silencio que contrastan con el ajetreo urbano. En ellas, se tejió la infancia de quien fuera Julio Cortázar, dejando una huella indeleble en su historia y en el espíritu que aún perdura en este entrañable rincón de la ciudad.

El barrio que acogió al célebre escritor hasta el año 1951, ofrece a sus habitantes una tranquilidad singular, interrumpida únicamente por el estruendoso grito de la hinchada de Comunicaciones celebrando un gol. De tal modo, el ambiente de este lugar se refleja en varios de los relatos de Cortázar, quienes evocan su atmósfera en sus obras literarias.

Desde la rayuela trazada sobre el cemento frente a lo que fuera su hogar, hasta el único establecimiento de la zona que lleva el nombre “Rayuela”, pasando por una calle que ahora lleva su nombre -anteriormente conocida como Espinosa-, la impronta del escritor se deja sentir en cada rincón de esta zona residencial, impregnada de su esencia literaria.

El barrio Rawson, cuya construcción se extendió entre 1928 y 1933, posee una rica historia que se manifiesta en su arquitectura única. En sus calles se encuentran 104 viviendas de estilo inglés, diseñadas inicialmente como moradas de carácter económico, pero que hoy son resguardadas y preservadas debido a su valor histórico y patrimonial. Cada una de estas casas atesora el testimonio de una época y constituye un testimonio palpable de la evolución urbanística y cultural de la ciudad.

La demolición o modificación de las fachadas de estas viviendas está estrictamente prohibida, lo que asegura la conservación de su encanto original y contribuye a que el barrio se mantenga como un lugar exclusivo y altamente codiciado. Además, el barrio alberga un conjunto de nueve edificios de departamentos, de tres pisos cada uno, que suman un total de 72 unidades, complementando su oferta residencial y enriqueciendo su identidad arquitectónica.

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