Un mapa sensorial de arte, cine y memoria compartida
El Museo Nacional de Bellas Artes despliega su alma como un lienzo en movimiento, sumando a su ya vasta constelación de propuestas un ciclo de cine dedicado a la producción griega contemporánea. Cuatro películas, hasta ahora invisibles en la cartelera argentina, serán proyectadas como susurros llegados del Egeo, en una alianza con la Unión Cultural Leucadense Ulises y el auspicio de la Embajada de Grecia. Brides, Beachcomber, Excursión y Happy Day resonarán en la sala del Auditorio de Amigos del Bellas Artes, cada viernes y sábado, como ventanas abiertas a otros mundos.
Pero el museo no se detiene ahí. Es un corazón palpitante de propuestas, una casa abierta al asombro: exposiciones temporales que se despiden con elegancia, como la muestra “Alejandra Fenochio. Ahora”, que se apaga el 8 de junio dejando tras de sí el eco de cuarenta obras, y “Percepción e ilusión”, dedicada a Perla Benveniste y Eduardo Rodríguez, pioneros del arte cinético, que concluirá su danza de luz y forma el día 15.
En sus salas, el pasado y el presente dialogan sin apuro. Continúan hasta el 31 de agosto dos muestras que abren secretos y evocaciones: “Museo secreto. De la reserva a la sala”, y “Porter-Camnitzer. Los años del The New York Graphic Workshop”, esta última curada por Silvia Dolinko. Ambas exhibiciones se recorren con la guía de voces sabias cada martes a las 18 y sábados a las 16, invitando a ver más allá de lo evidente.

La colección permanente también respira con nuevos relatos. El ciclo “Auguste Rodin. Cuerpo y movimiento”, cada miércoles a las 16, explora la intensidad corporal en el mármol y el bronce del genio francés. Los domingos, a las 18, “Obras en diálogo” enfrenta piezas de diferentes épocas, generando tensiones fecundas y afinidades imprevistas. Otros recorridos invitan a viajar más lejos en el tiempo: “El arte de los antiguos pueblos andinos”, los jueves y domingos a las 16, ofrece un acercamiento profundo a las cosmovisiones originarias del noroeste argentino, a través de sus objetos, sus símbolos y su mística.
Y para quienes buscan comprender las rupturas y revelaciones del siglo pasado, los miércoles a las 18 el ciclo “Desafíos del siglo XX” propone una mirada lúcida a las vanguardias que trastocaron para siempre nuestra manera de ver.Las actividades participativas abren las puertas del gesto creativo. El taller “Bocetos guiados”, todos los jueves a las 18, permite dibujar desde la emoción, sin necesidad de experiencia previa: solo ganas de ver y dejarse llevar. Los materiales están disponibles para todos, como una invitación generosa a la expresión personal.
Las familias también encuentran un refugio encantado. Los sábados y domingos a las 17, los niños descubren que el museo no es un lugar estático, sino un espacio donde las esculturas parecen hablar. “¿Dónde viven las historias?”, “Esculturas… ¿están ahí?” y “El misterio del salón óptico-cinético” son puertas a lo fantástico, entre cuentos, juegos visuales y asombro compartido.
Fiel a su vocación inclusiva, el Bellas Artes refuerza su compromiso con la accesibilidad. El domingo 29 de junio, a las 11, se llevará a cabo la visita “El retrato en tus manos”, una experiencia táctil y narrativa pensada para personas ciegas o con baja visión. Y en distintos días del mes, habrá recorridos en Lengua de Señas Argentina, especialmente dedicados a la comunidad sorda, en torno a la exposición “Museo secreto”.
La palabra también tiene su lugar. En la Sala 36, en la altura íntima del primer piso, se celebrarán presentaciones de libros: el jueves 19, “En busca de Aída Carballo” de Alberto Mario Perrone, y el miércoles 25, “Serie erótica” de Ernesto Pesce. Junio llega al Museo como un poema plural, donde cada actividad es un verso y cada visitante, una voz que lo completa.