Mutan ante la caída en las ventas y reflejan un cambio de época
La caída sostenida en las ventas de diarios y revistas ha desencadenado una transformación sin precedentes en el paisaje urbano porteño: los tradicionales kioscos de diarios, íconos del espacio público, atraviesan una reconversión forzada. De los más de 8.000 que supieron poblar las esquinas de la Ciudad de Buenos Aires, hoy subsiste apenas una cuarta parte. Se estima que no quedan más de 2.000 en pie.
Frente al desplome de su función original, muchos de estos puestos han comenzado a reinventarse: algunos se convierten en cafeterías al paso, otros en disquerías, tiendas de sombreros, de aromas o en locales de venta de artículos regionales. Mientras tanto, en los barrios porteños se observan dos fenómenos paralelos: algunos puestos son abandonados y posteriormente desmantelados por el Gobierno de la Ciudad; otros son ofrecidos al mejor postor en portales de compraventa.
El rango de precios es amplio y refleja las disparidades del mercado inmobiliario local: desde 8.000 dólares por un pequeño puesto reciclado en Balvanera, hasta 75.000 en Belgrano, cifra que equivale al valor de un departamento de dos ambientes en Palermo.
Algunos propietarios intentan venderlos como si fueran locales comerciales convencionales, aunque su habilitación es limitada. De acuerdo con la resolución 1481 del Ministerio de Trabajo, estos espacios pueden operar como puntos de entrega de correspondencia, librerías, agencias de turismo, puntos de venta de artesanías, recuerdos turísticos, artículos de higiene personal y hasta boleterías de lotería. También pueden funcionar como centros de recolección de pilas, baterías y encendedores usados.
Sin embargo, no todos los propietarios optan por transformarlos en cafeterías. La viabilidad del negocio parece estar condicionada por la ubicación. Uno de los casos exitosos es el de “Canillita”, una cafetería al paso ubicada en Junín y Paraguay, en el barrio de Recoleta, a metros de las facultades de Medicina, Odontología, Ciencias Económicas y del Hospital de Clínicas. Su flujo constante de estudiantes y profesionales garantiza clientela a toda hora. La primera sucursal de este emprendimiento se encuentra frente a la Facultad de Derecho, otro punto estratégico con escasa oferta gastronómica rápida.
Otra experiencia similar funciona en la estación de Metrobus Virrey del Pino, en el corredor norte de la ciudad. El puesto más económico actualmente en venta se encuentra en la calle Belgrano al 2000, esquina Sarandí. Tiene 5 metros cuadrados, fue reciclado a nuevo, e incluye el servicio de reparto y distribuidora. Aunque hoy permanece cerrado, su anuncio asegura que está “listo para ser explotado”.
En sitios de clasificados, una treintena de estos puestos están listados. Los valores varían: en Once, pueden encontrarse por 30.000 o 45.000 dólares; en Retiro, por 30.000; en Caballito, por 52.000, y en Constitución, por 55.000. Lo llamativo es que todos los avisos son recientes: la mayoría tiene apenas días de publicación, y ninguno supera el año en cartelera.
La reconversión de estos espacios refleja un cambio de época. El antiguo oficio del canillita, otrora esencial en la cadena de la información, hoy busca nuevas formas de subsistir en un entorno donde la lectura en papel retrocede frente al avance de lo digital.